Meterse en un charco

De pequeños lo que nos gustaba meternos en un charco, y ahora cuando "nos metemos en un charco", temblamos...
A estos niños los ha llevado al colegio de Navarrete un autobús escolar.
Recuerdo mis viajes al cole desde la calle Mayor al colegio de Calvo Sotelo de maneras diferentes.
Una temporada con mi madre de la mano, otra en la Lambretta de Santiago (un empleado de mi padre en la carpintería), yo iba delante y de pié frenando cuando llegábamos a un stop. Otra con el hijo del hojalatero de enfrente de la carpintería, en un Dos Caballos tipo van, que tenía Alfonso, que así se llamaba.
De mayor, con mis hermanas y mis primas, ellas estudiaban en Adoratrices.
Ya en octavo, pasaba por la calle San Juan para recoger al Dani (Daniel Sánchez), el hermano de mi actual cuñado. Cuando pasábamos por el bar la Esquina, el Dani, saludaba a Álvarez, que después resultó ser hermano de mi compañero que tanto nos manda a los entrenamientos de Naturhouse.
En todas las épocas, joder!, lo que picaban los verduguitos que nos calzaba nuestra madre junto con la bufanda, las manoplas, y las katiuskas
Quién pudiera tener a mano unas katiuskas, siempre, para salir de los "charcos" en los que nos metemos los mayores...